POR: Mandiguagua
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Oh virginidad, estas palabras son para ti, que nunca te vi, pero si te
perdí.
Un
día se me perdió y me abandonó, la había guardado con tanto recelo como me habían enseñado, para que el día en que me
la quitaran no fuera doloroso ni trágico, que fuera arrancada con amor, porque
ese día me iba a enamorar para siempre del hombre que me convirtiera, porque
por supuesto no me podía convertir sola, en mujer. Algo tenía que entrar por
mi, así lo había entendido, entrar y activar un misterioso chip que me
permitiera evolucionar como un pokemon y de salida, en la última salida, se
llevaría consigo mi virginidad al lugar secreto donde se esconden el resto de
virginidades quitadas por los siglos de los siglos.
No seguí el transcurso de su
salida, estaba ocupada en otras cosas, igual entendía que no podía irla a
buscar, cuando se va, se va para siempre y de paso se pierde el brillo de los
ojos y se cambia el caminar.
Cuando en el colegio alguna decía
que la había perdido en la casa de aquel fulano con el que se llenaban de dulce
los oídos para luego lamerse y relamerse en la aprovechada soledad sobre la
cama de sus padres, todas nos espantábamos abríamos nuestros ojos todavía
llenos de brillo ¿Como se siente no tenerla? Preguntábamos sin cambiar nuestras
caras petrificadas ¿Te dolió? ¿Te gustó? Y lo más importante ¿Te llamó? Por qué
el que te la quita no se puede ir, es la primera regla que aprendemos, o sería
un desenlace fatídico en nuestros sueños
de princesas.
Y la virginidad que nunca se ve,
pero si se carga, pesada como es, sintiendo un alivio contradictorio cuando por
fin se marcha, nunca esta sola y como si de piezas de domino se tratara, cuando
derrumbas la primera también se cae tu inocencia, virtud y pureza. Tal vez, es por esto que cambia el
caminar, pasamos de ser una estructura rígida con piezas equilibradas por las
moral y las buenas costumbres, a ser seres flexibles y livianos de peso.
No sé como describir mi
desilusión cuando pase de Picachu a Raichu en una sola faena, no desilusión de
lo que había pasado, que eso ya es asunto de otras hazañas, sino una sensación
rara de seguir siendo la misma. Me revise los ojos en el espejo, estaban
adormilados por la siesta matutina, y espere verlos transformados, sin la
pinche luz esa que venía con el pack, pero no note cambios. Camine lentamente
de la habitación al baño, prestando especial interés a la posición de mis pies,
espero nadie me haya visto caminando hacia atrás y hacia adelante tratando de
recordar si tenían la misma postura del día anterior.
Y pues bien, finalmente deje la
casa de mi primer encuentro, donde pueden estar guardadas todavía en algún
rincón la virginidad, la pureza, la inocencia y la virtud, preguntándose ¿Ahora
que carajos hacemos con nuestra existencia?
♥
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