miércoles, 18 de septiembre de 2013

ALGUNAS PALABRAS A LA PERDIDA Y JAMAS VUELTA A ENCONTRAR VIRGINIDAD



POR: Mandiguagua



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Oh virginidad, condimento deseado por el minotauro, tentación infernal para el espíritu santo y combinación perfecta de la paleta de colores  del blanco vestido.

Oh virginidad, estas palabras son para ti, que nunca te vi, pero si te perdí.




Un día se me perdió y me abandonó, la había guardado con tanto recelo como  me habían enseñado, para que el día en que me la quitaran no fuera doloroso ni trágico, que fuera arrancada con amor, porque ese día me iba a enamorar para siempre del hombre que me convirtiera, porque por supuesto no me podía convertir sola, en mujer. Algo tenía que entrar por mi, así lo había entendido, entrar y activar un misterioso chip que me permitiera evolucionar como un pokemon y de salida, en la última salida, se llevaría consigo mi virginidad al lugar secreto donde se esconden el resto de virginidades quitadas por los siglos de los siglos.

No seguí el transcurso de su salida, estaba ocupada en otras cosas, igual entendía que no podía irla a buscar, cuando se va, se va para siempre y de paso se pierde el brillo de los ojos y se cambia el caminar.

Cuando en el colegio alguna decía que la había perdido en la casa de aquel fulano con el que se llenaban de dulce los oídos para luego lamerse y relamerse en la aprovechada soledad sobre la cama de sus padres, todas nos espantábamos abríamos nuestros ojos todavía llenos de brillo ¿Como se siente no tenerla? Preguntábamos sin cambiar nuestras caras petrificadas ¿Te dolió? ¿Te gustó? Y lo más importante ¿Te llamó? Por qué el que te la quita no se puede ir, es la primera regla que aprendemos, o sería un desenlace fatídico en nuestros sueños  de princesas. 

Y la virginidad que nunca se ve, pero si se carga, pesada como es, sintiendo un alivio contradictorio cuando por fin se marcha, nunca esta sola y como si de piezas de domino se tratara, cuando derrumbas la primera también se cae tu inocencia, virtud  y pureza. Tal vez, es por esto que cambia el caminar, pasamos de ser una estructura rígida con piezas equilibradas por las moral y las buenas costumbres, a ser seres flexibles y livianos de peso.

No sé como describir mi desilusión cuando pase de Picachu a Raichu en una sola faena, no desilusión de lo que había pasado, que eso ya es asunto de otras hazañas, sino una sensación rara de seguir siendo la misma. Me revise los ojos en el espejo, estaban adormilados por la siesta matutina, y espere verlos transformados, sin la pinche luz esa que venía con el pack, pero no note cambios. Camine lentamente de la habitación al baño, prestando especial interés a la posición de mis pies, espero nadie me haya visto caminando hacia atrás y hacia adelante tratando de recordar si tenían la misma postura del día anterior.

Y pues bien, finalmente deje la casa de mi primer encuentro, donde pueden estar guardadas todavía en algún rincón la virginidad, la pureza, la inocencia y la virtud, preguntándose ¿Ahora que carajos hacemos con nuestra existencia?

1 comentario:

Hola perversxs, nos daría mucho placer leer tu opinión....