Saber qué libros se ausentan y cuales dan la bienvenida
cuando sus invitados llegan.
Quiero ver ese espacio vacío del libro robado o refundido; o
las hojas rayadas, rotas, felices del recuperado.
Quiero encontrar las notas de amores antiguos y recientes
escondidas en las páginas, aquellas que prometían para siempres y rincones
secretos que luego fueron revelados.
Quiero abrazar todos los libros que no le niegan jamás compañía:
en las horas desechas, en las horas de los adioses, en las horas de los me voy
para no volver…
Y quiero besar
despacio sus poemas escritos y olvidados en los bordes de aquella novela, saborear
una de esas antologías que usted ya no recuerda y recitarle uno esos versos para
que nazca de su boca alguna de sus sonrisas.
Quiero sentarme a su lado mientras (me) lee su cuento más
querido, el más deseado, el más perverso y permanecer inmóvil cuando saboree
uno de sus dedos para cruzar a la siguiente hazaña.
Quiero ver con calma, si usted me lo permite, también esos libros que son solo suyos, los
que duelen y todavía guardan impresas algunas lágrimas capturadas y absorbidas
por sus hojas.
Quiero detenerme por ultimo frente a aquellas obras
pacientes que esperan ser leídas, consultadas, acariciadas por sus manos… y
decirles en voz baja que yo también soy de su equipo.
Pero para serle sincera, señor, lo que en realidad más
quiero es poder ser parte, en algunos ratos suyos y míos, de aquel rincón de su
memoria, llena de estantes, polvo y tinta… para que pueda tomarme en las noches
frías y recitar todas las rimas, silabas y acentos que componen mi poesía…
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