POR: MANDIGUAGUA
Sin entrar a discutir la
existencia o no de aquella pareja prehistórica
que vivían desnudos en un paraíso extinguido, que aún saliendo del mismo cuerpo
en una especie de hermandad, tuvieron sexo tan repetidas veces que lograron
asegurar la población de todo un planeta; quisiera entrar a ver con mayor
detenimiento dos elementos de esta famosa historia: la manzana y la
serpiente.
Partiendo del hecho que todos y
todas nos sabemos los detalles biográficos de Eva y Adán, quiero tomarme el
atrevimiento de dudar un poco de la redacción y veracidad del best-seller “La biblia”, en algunos datos que a mi
parecer no encajan en la coherencia de la historia. Tengo que aceptar que
aprovechare la existencia tan ambigua del autor, para hacer algunas
correcciones de su texto varios siglos después.
Y bien, sin darle más largas al
asunto:
27. Entonces dijo Eva (ya que
esta también tenía voz): “Que cansada me encuentro hoy de Adan, ya hemos
probado todas las posturas y orificios que nos dio el señor a nuestra
satisfacción, creo que necesito algo más”.
28. Entonces Adan, que tanto
deseaba el placer de Eva, le pareció bien. Se sentó a las orillas del acaudalado rio que atravesaba
el paraíso. Como su miembro, exquisito miembro que le hizo el señor, estaba
completamente firme por el pasar desnudo de Eva al despedirse, decidió agitarlo
para verter más vida a las aguas del rio.
29. Eva caminó unos cuantos
metros, sin encontrar algo que capturara su atención. Entonces dijo: “Que paraíso
tan aburrido el que nos hizo el señor”. Y se sentó bajo un inmenso árbol para
recibir su sombra.
30. Ahora bien, de las hojas
secas de aquel árbol de lo bueno y lo malo, salió la bestia más cautelosa y
sexy de todo el paraíso, que a propósito también tenía forma de mujer. Caminó con
lentitud hacia la desnuda Eva, mientras su cuerpo serpenteo se llenaba de
lujuria santa. De modo que empezó a decir a la mujer: “¿Es que acaso el señor
os ha dicho que solo pueden tener sexo entre ustedes?” Ante la sorpresa de Eva,
al ver a esta maravillosa criatura dijo a la otra mujer: “El señor nos ha dicho
que podemos disfrutar de todo el paraíso a nuestro placer”.
31. Por consiguiente, Eva pensó
en cuan deseable era esta creación del señor y al ya encontrarse desnudas y
ahora húmedos sus labios sagrados, pasaron a lamerse la una a la otra los clítoris
vigorosos que les dio el señor.
32. Entonces, después de algunas horas
de placer mutuo, Eva procedió a decir a
la otra mujer: “Porque no vienes conmigo a donde se encuentra Adan, estoy
segura que todos juntos podremos disfrutar de nuestras carnes”. Pero cuando
ambas se pusieron de pie para ir al encuentro de Adan, en todos los cielos se
oyó la voz ofendida de Jehová: ¿Qué habéis hecho perversas criaturas? ¿Quién os
ha dicho que podéis disfrutar de vuestros cuerpos a vuestra consideración? Eva ¿Es que acaso no tenéis a un hombre de cuya
costilla te otorgué tu vida? Y tu maligna criatura ¿Es que acaso te has cansado
de las orgias celestiales para tener que bajar a follarte a mis nuevas
criaturas?
33. Y entonces Eva no entendió
las palabras de Jehová y pensó que no estaban bien “Jehová, señor mío, ¿Pero
acaso vos no nos dijiste que disfrutáramos el paraíso a nuestro placer? ¿Acaso
vos no nos diste todas estas carnes para que las agitáramos y restregáramos
hasta conseguir el orgasmo prometido? ¿Acaso
vos no hiciste cada una de las criaturas que existen en el universo para
otorgar satisfacción a nuestros órganos sedientos? ¿Acaso yo pertenezco a Adan,
o este a la tiranía de mi placer?
34. Entonces Jehová, el gran
señor, no supo que responder a los cuestionamientos de Eva y su glorioso cuerpo
se llenó de rencor. “Eva, veo que no te ha faltado valor para disentir con tu
creador. Tu interpretación de mis palabras, debo decir que es errada. Jamás podrás
saber cómo pienso ni que quiero decir con lo que digo. Más bien escuchada
callada cuando tu señor te habla, así yo dispuse las cosas”.
35. Entonces la otra mujer llena
de aburrimiento al escuchar las palabras de Jehová, se acordó bajo que árbol
estaban y recogió un fruto blanquecino que yacía en el piso y entonces dijo a
Eva: “Toma mujer, come del fruto que te liberara de tu tirano. Deja atrás ese
tonto agradecimiento de tu creación. Si estas acá, es porque debes estarlo,
igual Adán, igual yo. Come del fruto del conocimiento y el poder. Jamás vuelvas atrás a mirar al tirano que te
vigila, así las cosas deben ser”. Eva pensó en cuanta razón tenía la mujer que
le hablaba y sin pensarlo dos veces arranco con sus dientes las carnes de este
fruto y las trago con prisa.
36. Jehová ardió de ira e hizo
tronar los cielos “¿Cómo se atreven a retar mi poder desgraciadas bestias?” Y con su espíritu vengador que tanto mal le
haría en adelante a los humanos, hizo sangrar la vagina de la valiente Eva. “Me
recordareis en cada cambio de luna y tu dolor te hará decir mi nombre. Por ese
mismo lugar te rasgaran y te hará llorar tu progenie.” “Y tú, mujer subversiva,
no podrás caminar con la cabeza erguida,
arrastraras tu cuerpo y tendrás que comer animales enteros sintiendo ahogarte”.
Y entonces Jehová creó la serpiente y se retiro a su celestial morada.
37. En la tierra, quedo Eva
goteando sangre y volviendo con esta rojos los frutos de aquel árbol. En esas
llegó Adán que había escuchado parte de
la conversación. “!Oh Eva! Que hermoso se ve esa sangre de la rebeldía. Yo
quiero también comer de aquellos frutos que estas pintando del nuevo color de
tu vagina”. Y sin pensarlo dos veces Adán arranco las carnes de ese fruto
rojizo y las trago deprisa.
38. La nueva serpiente, que
observaba atenta a Eva y Adán, se sintió satisfecha. Lamió algunas gotas de
sangre sobre las hojas del árbol y siguió contenta su camino.
39. Eva y Adán decidieron entonces dejar el paraíso y fueron felices en la tierra; olvidándose de Jehová, del árbol
y de la serpiente.
Sin cruzar el lumbral, ni llegar a las sombras de la duda, sobre la existencia o no de aquella ilusoria pareja
ResponderEliminarmucha antes de la prehistoria... y antes de otra pareja. De carne de una misma carne, mas con una fisura en la felicidad de no poder atreverse a saborear lo imaginario.
Y así, el labio superior beso al inferior en la extensión de una única boca y la sinfonía del sexo se propago como esporas desbocadas cubriendo la aridez y la humedad del tercer planeta